Sirenas VII
Estoy
sitiada por el agua. Sus corrientes imprimen en mis piernas remolinos de
oleaje. Un vaivén de algas se traga mis manos, siento hilvanarse a mi cuerpo
peces de marea alta, y todo el océano invade este instante, con su textura de
vulvas que se abren, su conmoción de jaramugos nadando y los caminos de cuarzos
chispeantes. Veo los ojos desorbitados de los peces mutantes, la flora en silencio
parece desmembrarse en harapos, hincharse en su muerte. Los erizos negros, de
un negro lustroso, parecen más punzantes a mi lado.
Sólo
un instante, cerrado sobre sí mismo, trae a mi cuerpo este galope de agua.
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