jueves, 20 de febrero de 2020

JORGE MADRID





Premonición al que mira al pueblo Huichol



No veas las dunas tiradas en el llano,
dormidas como los esqueletos de los ancestros.
Ni trates de encender el fuego para ahuyentar a los coyotes,
tercos como la desnudez de los dioses.
No te acerques a la sombra de los abismos,
al traje de forastero,
abandonado como piedra entre
los hombres.
No veas envejecer la luz sobre los altares,
ni pongas en el pecho los cuencos que hemos cargado.
(El sol es un crótalo dormido en la cima de Teotihuacán)
No esperes como el Xoloitzcuintle al que se despide obsidiana en mano.
Ni ames más allá de la víspera
del jaguar.
La sangre de tanto tropiezo determina el camino a seguir.
Un aire antiguo conmueve los taludes.
El silencio es un salmo ahora en ruinas.
Lo colosal de la lluvia,
y basta saber que el canto
del Cenzontle,
está intacto en sus ojos.



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