A cierta dama que se dejaba
vencer
Poco
después que su cristal dilata,
Orla
el Dauro los márgenes de un Soto,
Cuyas
plantas Genil besa devoto,
Genil,
que de las nieves se desata.
Sus
corrientes por él cada cual trata
Las
escuche el Antípoda remoto,
Y
el culto seno de sus minas roto,
Oro
al Dauro le preste, al Genil plata.
Él,
pues, de rojas flores coronado,
Nobles
en nuestra España por ser Rojas,
Como
bellas al mundo por ser flores,
Con
rayos dulces mil de Sol templado
Al
mirto peina, y al laurel las hojas,
Monte
de musas ya, jardín de amores.
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