El poeta
Nerón caprichoso,
maltratado. No había ningún Séneca
capaz de doblarlo. Hizo matar a
su madre, quien afirmó que era su hijo.
Prendió fuego a Roma
porque era una ciudad
perfecta para arder.
Solo quería una cosa:
ser llamado poeta.
Por la misma ambición, la
historia registra
crímenes igualmente atroces.
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