Frío
Llueve
en mitad de la noche,
como
si aún fuera posible más oscuridad.
Puedo
escuchar el agua que araña los tejados
y
convierte las calles
en
grandes venas negras.
Lentamente,
me
acerco a la ventana y sólo encuentro
oscuridad
y agua:
El
fondo de un océano.
Sin
embargo,
es
todo tan hermoso y tan extraño
–¿recuerdas?–
como
rozar la piel de un tiburón.
¿Por
qué darle un sentido a cada cosa?
La
noche y su hemorragia incontenible, por ejemplo.
Sé
que el agua es un vínculo
entre
tú y yo,
y
que el sol de mañana
mostrará
con orgullo
la enorme cicatriz del horizonte.
Pero
ha de ser mañana,
porque
si no hay mañana nada importa.
De: “La
caja negra”
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