lunes, 28 de diciembre de 2020

YAMILE PAZ PAREDES

 




Los infortunios de la sinrazón

 

                            Todo es tan inexplicable, que me

                                      duele, la inutilidad de las ideas

                                                                         Ciorán

 

 


Cuando el infortunio se encharca en la cuneta del espíritu, se corrompe y apesta y a la vida la oxida el desaliento, le herrumbra el corazón. ¿por qué es entonces cuando asociamos la idea del alma con la idea de Dios?

 

¿Dolerán las ideas?

 

¿Existirá el alma?  ¿Será sombra afligida oculta en algún intersticio fatal del esqueleto, o una emoción vergonzante que se esconde ante la perversa mirada de la razón?

 

¿Existirá Dios? ¿Será pesadilla o sueño trastabillando por una calzada de sombras y fracasos, el espejo del hombre hecho o deshecho a imagen y semejanza de la nada, un muro inaceptable en el territorio minado de lo abstracto?

 

Soy el desasosiego de todos los humanos. Estoy triste en mis huesos, desde los goznes del alma hasta sus intrincados laberintos que conducen dolosos a mitad de la calle. Estoy triste allá afuera, en la calle poblada de infortunios y botellas vacías, desperdicios, cascajos de sueños sin piel deambulando en la noche. 

 

Me duele el alma con todas sus verrugas. Me duele Dios, cíclope ebrio, me duele con su ojo implacable, con su angina de pecho y su falta de fe.

 

El frío de la madrugada va acercándose a trancos.

 

Nadie pensará mi tristeza en el fondo del fondo de esta noche altanera. Soy calle sin sentido, latas agonizando en las banquetas, lo turbio irreparable, desperdicio anhelante en el lecho de todas las basuras.

 

Todo procede de la sinrazón.

 

                                    La razón es una zorra estéril.

 

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