lunes, 17 de mayo de 2021

CARLOS ALBERTO SORIANO

 

 


 

La Meche

A Mercedes Sosa

 

 

La mujer que me inspiró
a dejar el fusil por la pluma,
se ha ido.
Y para siempre…

 

La mujer por la que conocí
que había un mundo diferente
al otro lado del patio,
no está más por aquí.
Tampoco sus plegarias hechas canciones.

 

La mujer que evocaba diluvios
en cada poema
y que hasta el día de hoy
me conmueve y me desarma,
partió ayer sin despedirse.
Y me deja solo y esperando
Verla aparecer con su tambora.

 

La mujer que me recuerda con su voz
a los amigos de antes,
los que cayeron,
los que solo viven en el corazón y en la esperanza,
amaneció muerta ayer domingo.

 

Y me ha dejado muchas cosas, grandes y eternas…
el recuerdo de su voz grave,
y la utopía de un mundo distinto,
el compás lento y potente de su milonga,
y el innegable retroceder a la adolescencia,
el resuello de un tren perezoso,
y la imagen de María pisando penas,
el reencuentro con mi verano de rimas
y una lágrima por cada amigo perdido,
por Koki, por su lucha desatada,
por mi conciencia despertada.

 

La mujer que hizo rugir a esta bestia
que se acicala con versos y relatos,
se ha ido, y en su despedida,
nadie escuchó su canto ni su melodía.

 

Millones de voces en un escenario repleto,
cantan por ella,
por su grandeza,
por su entrega,
por su Latinoamérica unida,
por su alma.

 

San Salvador, octubre 5, 2009.

 

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