Nocturno
de Oaxaca
Ahora
me busco al fin mi otro rostro
entre los adoquines y las húmedas ruinas.
Ha
transcurrido un tiempo de reflejos adustos
que sólo se saciaban en el estéril núcleo de la palabra Yo.
Y
sin embargo ahora, mirándote dormida tan desnuda,
encuentro mi otra máscara del sal.
Desde
hace ya muchas sombras espero el regreso del sol
cuyo fantasma brilla, amarillento, en todos los espejos.
Ha
pasado la parvada de cuervos con su luz temporal
y no me reconozco sino en el fondo de tu piel de sándalo.
Porque
a mi cuerpo lo volvió inextricable
la vertical que asume, y lo contiene.
Afuera,
la monótona repetición de la luna en las ventanas
revela su unidad rugosa y árida.
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