Hendidura
Cuando
él habla desde el fondo
sus
arrugas se diluyen.
En
la frente aparece un niño
con
el mismo nombre;
insiste
en aplanar los surcos
y
borrar su versión más triste
montado
en un carrito,
en
la sonrisa de la abuela.
Cuando
llora desde el fondo
otra
vez la pureza, lo simple.
El
asombro al que renunció.
Verde
la belleza de sí mismo
en
el iris de su madre.
Verde
y río las palabras
que
quisiera decir.
Pero
mi amor es de un hombre
que
calla para no volverse agua.
Se
va cuando lo aprieta el mundo.
Su
pecho es ojo de tigre,
sol
endurecido:
nada
puedes pedir
si
no está escrito
en
alguna de sus manchas.
Mi
amor pertenece a un hombre
que
sueña con morirse piedra.
Nunca
fui tan de nadie.
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