miércoles, 11 de agosto de 2021

ANA CORVERA

 

 


Hendidura

 


Cuando él habla desde el fondo

sus arrugas se diluyen.

 

En la frente aparece un niño

con el mismo nombre;

insiste en aplanar los surcos

y borrar su versión más triste

montado en un carrito,

en la sonrisa de la abuela.

 

Cuando llora desde el fondo

otra vez la pureza, lo simple.

El asombro al que renunció.

 

Verde la belleza de sí mismo

en el iris de su madre.

 

Verde y río las palabras

que quisiera decir.

 

Pero mi amor es de un hombre

que calla para no volverse agua.

 

Se va cuando lo aprieta el mundo.

 

Su pecho es ojo de tigre,

sol endurecido:

 

nada puedes pedir

si no está escrito

en alguna de sus manchas.

 

Mi amor pertenece a un hombre

que sueña con morirse piedra.

 

Nunca fui tan de nadie.

 

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