Poema cero
Porque
no hay quien entienda,
cantan
las moscas.
Ni
aunque se piense en reinas sin corazón nacidas en países de
torpes maravillas,
o reyes que sueñan el mundo
sin despertarse.
Cantan
las moscas. Porque no hay. Por eso.
Y
alguien puede dejar los ojos en el Reina Sofía
de Madrid
frente a un cuadro.
Y es posible que uno se tiente
con verdades a medias
o con párpados
en cuarto menguante. Es Guernica
del treinta y siete. O son habitaciones
abiertas,
sorprendidas
en corredores
inhóspitos,
deshabitados,
solos
Las
moscas cantan en el hospital. No hay quien entienda.
Los perros del ansia se comen el sol de esa tarde en Guernica
o salen los pájaros disparados
en el limpio
vacío
del mundo.
(Y
uno piensa en las sílabas, repetirlas
o decir bajito los nombres de la muerte,
pero mejor
dejar
todo
así).
De. “Guernica”
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