miércoles, 6 de julio de 2022

LISEL MUELLER

 

  

Lágrimas

 


La primera mujer que lloró

se horrorizó por lo que ardía

en sus ojos y corría por sus mejillas.

Agua salada. Agua de mar.

¿Cómo era esto posible?

¿No habían pasado ella y el hombre

varios días desplazándose

tierra arriba hacia donde la hierba

prosperaba, donde el arroyo

apagaba su sed con agua dulce?

¿Cómo podía haber cargado estas gotas de mar

como si fueran semillas preciosas;

dónde podía haberlas almacenado?

Ella observó a las atentas gacelas

y las ranas con una gran carga;

ella observó a los pájaros con ojos de cristal

y a los nerviosos ratones de ojos negros.

Ninguno de ellos lloraba, ni siquiera los peces

que goteaban en sus manos cuando ella los capturó.

Ni siquiera el hombre. Sólo ella

cargaba el mar dentro de su cuerpo.

 

Versión por Andrea Muriel

 

 

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