Lágrimas
La
primera mujer que lloró
se
horrorizó por lo que ardía
en
sus ojos y corría por sus mejillas.
Agua
salada. Agua de mar.
¿Cómo
era esto posible?
¿No
habían pasado ella y el hombre
varios
días desplazándose
tierra
arriba hacia donde la hierba
prosperaba,
donde el arroyo
apagaba
su sed con agua dulce?
¿Cómo
podía haber cargado estas gotas de mar
como
si fueran semillas preciosas;
dónde
podía haberlas almacenado?
Ella
observó a las atentas gacelas
y
las ranas con una gran carga;
ella
observó a los pájaros con ojos de cristal
y a
los nerviosos ratones de ojos negros.
Ninguno
de ellos lloraba, ni siquiera los peces
que
goteaban en sus manos cuando ella los capturó.
Ni
siquiera el hombre. Sólo ella
cargaba
el mar dentro de su cuerpo.
Versión
por Andrea Muriel
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