lunes, 19 de septiembre de 2022

JUANA VÁZQUEZ

 

 


 

Me llaman por mi nombre.

Uno más en el vacío del universo.

Nombre compartido

interino…

Nombre que nada significa

palabra que alguien dibujó con agua.

No hay algo más allá que me descifre.

La Puerta está herméticamente cerrada.

Balbuceo de preguntas es mi diario existir

pues me muevo en la herida de lo indefinido.

¿Será esto la penumbra de la noche eterna

llena de enigmas oblicuos?

Las alondras no dan sentido a las albas

que trenzan el tiempo entre susurros

y pálidos colores.

Los gorriones los ruiseñores los jilgueros

vuelan sin saber adónde van

y filtran otra música llena de premoniciones

aunque no entiendo su lenguaje.

La vida está llena de grafías

pero no son reveladoras de nada

pues no tienen la fórmula

del Primer Manuscrito.

Y es que olvidamos el Código Primigenio.

¿De qué valen los libros sagrados y la historia

si son jeroglíficos de caos

que no interpretan

la clave del Silencio

que día a día amanece muda como mi nombre?

  

De: “Voz de niebla”

 

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