lunes, 10 de octubre de 2022

MANUEL JULIÁ

 

  

Fotos de un álbum de terciopelo


Cuánto esfuerzo y cuántos días y cuántos años para llenar este álbum de años muertos. Días desperdigados como hebras de cortinas viejas. Tardes perdidas en la soledad. Patios y sombras. Sonrisas y manzanos. Ojos velados por la grisura del tiempo. Manos metidas en bolsillos de chaquetas tan viejas como el amor, que se resiste a huir por un pasillo negro que hay más allá, o más adentro del terciopelo. Cuánta muerte viva en sonrisas de mujeres que ya no están. Todas murieron y ya no pueden abrazarme y sujetarme entre sus grandes pechos. Peinados ilusos de vida quieren derrotar a la muerte con una mirada que todavía tiene la belleza. Cuerpos de niños y ancianos mirándose. Se quedan quietos en el camino y son lo mismo, peregrinos que no saben hacia dónde se dirigen, pero que en cualquier lugar se detienen y sonríen felices porque así es la vida. Hay que reír frente a esa mano que detiene el tiempo. La muerte está tan lejos de estos ojos que recuerdo mirando segundo a segundo la soledad de los claveles. El primer beso. La primera caricia. La primera mirada lasciva. Todo tiene la temperatura glacial de la ausencia. Todos los habitantes del álbum vuelan por la muerte, viven en este edificio de terciopelo, en un lugar en el que todos los rostros son ya penumbras amando la eternidad de un recuerdo.

 

De: “Madre”

 

 

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