martes, 24 de enero de 2023

CHRISTIAN DÍAZ YEPES


 

 

Que vengas a mí por esta invocación
(rendida, en jirones, la piel hasta el margen del que no está).
Oh nada, engúlleme
de un solo resplandor y guíame
por la intemperie del ser.
Atrás queda la orilla y seguimos siendo orilla,
seguimos.
Padre que irrigas los montes para que destilen
haz lenta mi alborada.
Soy un niño que juega a saber esperar.
Tomemos una pizca de tierra a la vez
como quien reúne los bordes de una casa tan allá.
Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que
hemos visto y palpado
colmará mi odre.
Vencido el miedo a la ilusión, contamos
cantamos.
Lo más duro de la orfandad es esta vigilia tensionada
entre el ayer y el qué será,
la mirada de péndulo entre el anhelo y la nostalgia.
Equilibrarse en los dinteles del recuerdo,
de nuevo esperar que las aves regresen,
bañar esta tierra que destella su extinción.

 

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario