La
rosa de la tristeza
A
veces la tristeza es una rosa
abierta en lo profundo de la carne.
A todos se nos da cuando florece
y se abre a su misterio
o se deshoja
junto al muro caído de la dicha.
Y es entonces, allí, con qué certeza
de un alto mediodía contemplando
las nubes que se van y lo que somos,
que la tristeza hermana nos consuela
con el más dulce daño:
la
conciencia de ser
y estar viviendo
en los adioses,
el amor que sí somos en el mundo.
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