miércoles, 25 de diciembre de 2024

MARIO LICÓN CABRERA

 

 

 

El hombre que se creía barco

 

1

 

Un barco dando de tumbos, atracando y zarpando

de bar en bar.

Un barco ebrio, zarandeado por mareas de whisky

                            encallado

en las turbias losas de un psiquiátrico.

Un barco ebrio, eso era

“Plantagenet”.

Un barco tambaleándose a lo largo de fríos corredores,

entre oscuras muecas y sucias enfermeras,

en el encrespado mar de los remordimientos—

en el vacío.

 

 

2

 

Fluir

fluir entre gritos

estremecimientos y delirios

Fluir

fluir mirando a través de la ventana

                           como la hierba crece

a orillas del East River, mientras

“…la vida, como el humo de las chimeneas, dice adiós…”

Fluir

entre sombras, sordas sombras y la esperanza

que se aleja en busca de la ballena blanca.

Fluir

avivando el alma

rasgando un piano “…sweet & low…”

ante una audiencia que entre asombros se pregunta:
“!!!!Esto es un hospital… o una prisión???”

 

 

3

 

Desde afuera la lluvia remueve un sentimiento:

“!!!qué viento… qué tormenta irrumpirá… y

abofeteará el pellejo del Dr. Caggart, liberando así

a… Kalowsky… a Gary… qué tormenta, qué rayo

quién mierdas lo hará???”

Plantagenet, acariciando la lluvia, piensa:

“en este mundo de indecencias e injusticias…

la salud mental no tiene sentido…”

 

 

4

 

La puerta se cierra, la calle te espera

tu naufragio continúa

por los callejones del puerto buscarás el fantasma

de Melville, pero

solo encontrarás el fantasma de Ruth

que emerge de la sombra

la sombra de tu libertad,

tu trastabillante sombra ya sin alas.

Estrellarás tu último trago de whisky

contra la manchada pared del mundo.

Estrellarás tu último barco… y así… liberarás

                          a la humanidad entera…

 

 

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