lunes, 1 de diciembre de 2025

IVAN POZZONI

 


LA ENFERMEDAD INVECTIVA

 

Para descubrir las causas de mi experiencia disentérica en cada evento,

vertieron tinta, un gran error, en la cánula del gastroscopio,

los médicos patólogos, y me diagnosticaron la enfermedad invectiva,

asociada al reflujo literario, que me bajaba por el esófago y me oxidaba las encías.

 

Cuando, como un perro cínico con collar, olfateo el olor de la mala moral o el hedor de la egolatría,

no tolero al otro-mundo, víctima de una xenofobia excesiva,

olvido toda forma de juego limpio, me hundo en la niebla del Berserker,

furioso y negro como un zulú obligado a soportar a un afrikaner,

hablo de romaní a sinti, de sinti a gitano, de gitano a rumano, de rumano a romaní...

y no puedo contenerme gritando Hitler Aleikhem Shalom.

 

Si no te digiero, oiré «hou, hou, hou», como Leónidas en las Termópilas,

identificando a los gusanos que me rodean, de ahí el aumento de mis eosinófilos,

emito ácido clorhídrico en exceso y dejo de desinhibir la bomba de protones

con la desesperación de Mazinger rechazado por la mujer biónica,

escupiendo hectolitros de cianuro en mi cara con la habilidad de Naja nigricollis

en la cara de quien, dándome aburrimiento, sea condenado a  golpearse la cabeza contra la pared.

 

Comprender el ethos de mi vida necesitada de ataraxia,

el bárbaro se encuentra con el ciudadano en la chôra de la anti-'poesía',

todos ustedes, nadie excluido, se verán obligados a aventurarse en grupo

en los laberínticos meandros de mi invectiva.

 

 

Versión de Kamila Pereira H.

 

 

 

 


 

 

LA MALATTIA INVETTIVA

 

Per scoprire le cause del mio vivere ogni evento come in dissenteria,

hanno versato inchiostro, enorme svista, nella cannula della gastroscopia

i medici anatomopatologi, e mi hanno diagnosticato la malattia invettiva,

associata a reflussi letterari, dilagati dall’esofago, a ossidarmi la gengiva.

 

Quando, cane cinico al collare, fiuto odor di malcostume o lezzo d’egopatia

non riesco a tollerare l’altro-nel-mondo, vittima d’abuso di xenofobia

dimentico ogni forma di fair-play, calo nella nebbia del Berserker,

incazzato nero come uno Zulu costretto a sopportare un afrikaner,

dico rom al sinti, sinti allo zingaro, zingaro al rumeno, rumeno al rom

non riuscirei nemmeno a trattenermi dall’urlare a Hitler aleikhem Shalom.

 

Se non vi digerisco sento dentro «uh, uh, uh» come Leonida alle Termopili,

identificando i vermi, che mi stanno intorno, coll’acuirsi del valore dei miei eosinofili

emetto, in eccesso, acido cloridrico e smetto di disinibire la pompa protonica

con la disperazione di un Mazinga mandato in bianco dalla donna bionica,

sputando, con l’accortezza del Naja nigricollis, ettolitri di cianuro

in faccia a chi, dandomi noia, sia condannato a sbatter la testa al muro.

 

Per comprendere l’ethos del mio vivere in assenza d’atarassia

barbaro che incontra un cittadino nella chora dell’anti-«poesia»,

sarete tutti, nessuno escluso, costretti a inoltrarvi in comitiva

nei meandri labirintitici della mia malattia invettiva.

 

 

 

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