lunes, 5 de mayo de 2014

MOISÉS ELÍAS FUENTES


 

 

Ciudad inmóvil

 
 

 

Por eso el alba

por eso el alma

 

se escapan de pronto

y perdemos de súbito

la sencilla pasión de estar vivos

 

Se nos muere el día

 

Se me mueren las horas en el pecho

y de golpe me quedo en otra parte

me llamo y no vuelvo

 

Digo mi nombre

 

¿Soy acaso esos rostros que el pasado acumula?

 

Me busco sin propósito

Grito mi nombre y no me reconozco

 

Después de tanto vivir

¿por qué volví a mí mismo?

Los ojos se me llenan

de calles que olvidan el rumbo

 

Los automóviles cruzan por la avenida

como una sucesión de hábitos incomprendidos

de palabras amables gastadas por el desuso

 

Por toda la ciudad los teléfonos suenan

llamando a un número equivocado

 

Digo mi nombre. Lo grito

 

Digo tu nombre

 

Grito nombres que conocí de carne y alma

 

Pero nadie me conoce en este parque

de árboles mudos y pájaros inmóviles

de jóvenes ancianos que se mueren vivos

de adolescentes que se acarician inútilmente los sexos

y de nosotros

que invadimos la vida con nuestros amoríos estériles

y nuestros compromisos de papel

decididos a ser felices cualquier otro día, cualquiera

muriendo la muerte

de tantas vidas que no nos atrevimos a vivir

 

Las puertas se cierran

se cierra la noche

 

Con ladridos sordos

los perros se enfrentan al silencio.

 

México, D. F., agosto de 2004

 

 

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