Voz remota
No el
cuerpo ni los ojos,
la
llama de lindes fatuos,
una
cálida curva
hasta
mi cráneo,
hasta
mi sangre.
La
llamada remota,
el
tiempo incorruptible,
el
pozo que acecha.
No
los ojos,
el
mirar de los dedos,
un
respiro cuando la ansiedad se agolpa
y
exhala en busca de sosiego.
No el
cuerpo,
la
carne.
No
los ojos,
la
mirada,
la
ancestral llama(ra)da
siempre
sola y sólo nuestra.
.
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