lunes, 29 de mayo de 2017

MALENA DE MILI




Ambigüedad



Acordamos tácitamente
movernos al ritmo de la ambigüedad,
dirigirnos la palabra sin mencionarnos,
respondernos sin nombrarnos.
Implícitamente
llegamos
sin premeditarlo, sin quererlo,
a una alarmante intimidad,
en donde las verdades demasiado atrevidas
y las apelaciones muy directas
estuvieran prohibidas.

Tal vez a riesgo de equivocarnos
aceptamos
jugar este juego de perfidia
de roces de telas y miradas furtivas,
de confesiones con antifaz
en un baile de máscaras.

A riesgo de confundirnos
mantuvimos
una sospechosa correspondencia:
cada noche era tu voz la que venía a cerrarme los párpados,
mis palabras, las que se iban contigo a la cama.

Alguien debió advertirnos
que este juego era malsano
-¿pero cómo, si era sólo nuestro?-

Perdóname,
porque
Ahora,
sola con el caleidoscopio de tus palabras
se decodifican cada una de las figuras ante mis ojos,
se devela todo el significado oculto que entrañaban
y no quiero quedarme más
junto a este mensaje que de pronto está desollado,
junto a este papel todavía caliente y palpitando.

Ven,
quiero pedirte perdón
por no entender,
por no haber querido entender
porque aun habiendo entendido
me incliné por la ignorancia.
Si no respondí,
si seguí danzando
y derramando suave lascivia al girar,
si no me atreví a aventurar
que tu llamado era para mí…
fue por miedo y por orgullo.

Esta noche detendré mi baile,
bajaré los brazos extenuados,
avanzaré hasta tu sitio
pese al miedo sofocante
pese a las dudas oprimiendo mi talle,
y te daré a probar dos reservados favores:

te silenciaré
con uno de mis dedos sellando tus labios
y levantaré mis ojos
hacia ti.


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