II
Para
mí, no existe fama terrenal
que
viaje a través de la tierra y las naciones
para
tomarnos como esclavos.
Con su
lejano intento de reverberación
es
indigna de tus ojos que resplandecen llenos.
Tu
corazón, se caliente y se exalta
y dos
profundas lágrimas brotan y caen,
escurren
de tus ojos por la emoción del canto.
A lo
lejos mi alma exhala alegre.
En lo profundo de la lira melodiosos suspiros
Y
podría un gran maestro morir
Podría
yo alcanzar la exaltada meta
Podría
ganar el mejor premio,
Para
aplacar en ti el gozo y el dolor.
De: “Concluyendo
Sonetos a Jenny”
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