El tiempo corre y no se va de aquí
Cuando nadie me llama me llama el tiempo.
Cuando nadie me visita me visita el tiempo. Cuando nadie me acompaña me
acompaña el tiempo: no me suelta, se abraza a mi cuello, se agarra de mis pies,
viaja aferrado a mi sombra y no se atrasa por veloz que yo escape. Cuando nadie
se acuerda de mí él se acuerda, y me arrastra con decisión a su país en el que
me siento extranjero. Me resisto, me repulso, me ralento, pero para él nunca es
tarde.
No me olvida un instante, mas, a pesar de sus
promesas, el tiempo no cura las heridas de mi nacimiento.
De: “La promesa de los pájaros”
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