miércoles, 30 de enero de 2019

CARLOS MANUEL VILLALOBOS





Santa lascivia



De la mantis en realidad se tienen pocos datos: Se sabe que es delgada y que pasa rezando noche y día. Se sabe que es profundamente devota de Santa Teresa de Jesús. Se sabe que quedó viuda durante la luna de miel y que posiblemente aún conserve su virginidad. Seguramente por eso es que tiene fama de santa, y seguramente por eso mismo es que si uno le pide algún milagro con fe se lo concede.

Pero la mantis también tiene algunos rostros ocultos que aparecen solamente cuando estallan los orgasmos. Dicen las malas lenguas que en la noche de bodas, harta de tanto oprobio masculino, se cenó al esposo.

Seguramente por eso es que cuando no está rezando, la mantis es el caballo con el que el Diablo nos visita.

¿Quién morirá esta noche
ardiendo en sus brazos?

¿Qué suicida querrá
besar el filo de sus besos?

¿Qué pasión clavará esta noche
las uñas en la tumba?

¿Quién le hará el amor a la muerte
hasta matarla?

¿Quién le arrancará la soledad tan sola
a esta pobre viuda embarazada?

¿Qué novenario de luto
estará rezando hincada en el silencio?

¿Qué plegaria estará invocando
en busca de un abrazo?

¿Qué sortilegio le ha lanzado
a los dioses del orgasmo
para que esta noche
le concedan un amante?


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