Invocación al mar
El sol
que quema
es
presentimiento
de la
vida que desequilibra
y no
pueden las estrellas
ni el
salitre en estos vientos traer
el
canto de los marineros
las
horas de la primera noche
el
silencio de altamar
Lugares
donde soy nadie
donde
mi alma es la única huida
entre
las vertientes que sigue
sin
saber de esperanza o de vergüenza
He
aprendido el azul insondable
que
dicen los hombres respirar
donde
la memoria de los libros no sabe
y
algo en mí pregunta por las playas nórdicas
las
costas de China el encanto de Estambul
por los
caminos que siguen los salmones
y los
brujos en Costa de Marfil
Sé que
despierto
cuando
la sangre devuelve un hálito de viento
al
despliegue de las velas en el amanecer
ya he
soñado emborracharme hasta sentir el resplandor de las montañas de sal
pero
los sueños son palabras que se desvanecen en la boca
y
libros que rodean un cielo figurado
y una
maleta vacía y dos pies descalzos
buscando
correr
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