A esa hora ya las moscas están
buscando acomodo
Otra
vez nuestro viejo himno
reanima
una tristeza
sin
rigor ni cólera
entre
el viento que viene y va.
Hace
un momento imitábamos
la
placidez de las moscas
frente
a los cuadros familiares
y,
posteriormente, fatigamos
los
ídolos del mar, el miedo
de
las pequeñas ciudades,
los
malos oficios
y
ya no inspiramos cansancio,
sólo
una llama avivada en los cerros
que
devolverá el aire sobrio de la tragedia.
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