Mariposa
Pecho
abierto,
tajada
de autopsia,
soy
mariposa de carne,
rajada,
la
navaja desde el cuello baja
hasta
la cintura,
entra
en mí todo el mundo.
Cómo
duele,
pero
mira mi sonrisa,
escucha
mi carcajada,
admira
mi idiotez.
No
hay mejor forma de estar viva
que
estar abierta,
y
advertir que la verdad ignorada
es
que no estás encadenada a nada.
No
tendrías por qué
apropiarte
así del mundo,
ni
de las palabras,
ni
de la narrativa.
Nada
te pertenece.
No
es tuya la ciencia,
ni
las letras de los libros,
ni
los poemas que escribes.
Nada,
absolutamente nada, es tuyo.
Sentir
lo contrario sería errar egoísta.
Tampoco
tú eres de nada ni de nadie;
si
acaso, del sol
que
primero acaricia
y
luego quema.
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