martes, 7 de diciembre de 2021

CARLOS MARZAL

 

  

Cuatro gotas de aceite 

A Antonio Cabrera


Cuatro gotas de aceite 
sobre un trozo eremita de pan blanco, 
o sobre el obsequioso corazón 
de un tomate maduro en sacrificio, 
nos aleccionan con su desnudez, 
con su absoluta falta de consejo. 

La belleza del mundo es tan frecuente, 
tan desinteresada de sí misma, 
que hasta se desvanece en certidumbre, 
y acaba por nublarse a nuestros ojos. 

Por eso es un pecado 
de extrema ingratitud no dar las gracias 
en alto con la voz del pensamiento 
y con la muda fe de los sentidos. 

En la desposesión está la esencia, 
en la simplicidad, lo permanente. 
Para ungir con lo bello nuestra carne 
hay que buscar lo bello en donde ha estado 
despierto en claridad desde el principio. 

El hecho de verter la cuatro gotas, 
cuatro lágrimas densas de oro humilde, 
sobre las migas cándidas, supone 
un acto elemental 
contra la ruina 
una rúbrica más 
contra la muerte. 

 

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