sábado, 3 de diciembre de 2022

JEANNE KAREN

 

 

 

En el campo y en las casas desoladas, lo viejo no tiene técnica para permanecer.

 


La tarde se mueve de forma voluntaria, no hay ni una sola pregunta después de todo,

no queda más que mirar, descifrar, cerrar los ojos. Levanté una mano para tocar el fondo:

todo era verde, seco y alocado; las espinas refulgían bajo el sol monstruoso.

Había alguien que deseaba un beso, el otro quería huir al centro de sí mismo.

Sabemos que cualquier universo comienza con una pequeña explosión

 en un ojo, en la palma de una mano, en la garganta, no sé dónde,

pero ojalá sea lejos. La distancia me salva de mi propia cercanía.

 

 

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