Catuliana
Beto:
Acuérdate
de la Olivia aquella
a la
que conocimos juntos y tanto amamos,
a
quien deseamos más que a las modelos
de
las revistas con que nos masturbábamos.
Esa,
la mosquita muerta
que
no deshojaba zippers sino pétalos de rosa,
la
que vimos únicamente por su aduraznada piel
y su
manera de manchar la mezclilla con belleza,
ha
fornicado siempre con quien se lo pide
y
nosotros la sublimamos sin darnos cuenta.
Príncipes
azules no fuimos;
si
acaso, morenos redentores de putas.
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