lunes, 13 de noviembre de 2023

ENRIQUE BUTTI

 

 





Caperucita Roja despide los despojos del Lobo Feroz

 

Rerum annihilatio
Hobbes

 

 


Nunca nunca me resignaré
Madre Lobo
al Paraíso Perdido de tu vientre
abuelita y yo
en tu seno generoso

Madre Lobo
te entregaste a
flores y mieles
para alimentarnos

la cofia y el camisón de abuelita
ya no los usabas por astucia
sino por felicidad
de encinto

tejías, te preparabas tisanas,
te hamacabas mirando el atardecer
te arrebujabas
junto al fuego.

Oh, tirano, quédate un poco quieto
te ordenábamos
abuelita y yo
entre risitas.
Abrazadas
hablábamos como siamesas.

Madre Lobo
que empollabas
la representación de nuestro mundo
fantasma de la oscuridad,
nuestra filosofía de la caverna.

Tirano, no creas a tus ojos
sino al doble seso
de tu estómago.

Dábamos pataditas,
te oíamos gruñir
dulcemente.

El lobo es la mujer
de las mujeres,
te complacía escucharnos
sentenciar.

Tirano,
lo despertábamos en medio de la noche.
¡Tirano!,
le tirábamos palabras
y él se adormecía al arrullo
de nuestro ronroneo.

Después, ya se sabe,
vino el estúpido leñador
mató a mamá lobo
y nos dejó otra vez
a la intemperie.

La primera palada
de tierra
que echaron sobre la fosa
entró en tu pecho
despanzurrado
Lobo Pachamama.

Abuelita ya no quiso vivir.

Yo voy por el mundo
sola como un perro
alejándome por los campos
para aullar a la luna
¿Lobo está?

escarbando en tu tumba
que está en todas partes.

 

 

 

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