No preguntaron
Vinieron
de tierras subidas a los mapas.
Según la latitud agrias o dulces,
duras o fraternales.
Oh viajeros,
con puñales, con rosas, fotografías de jefes queridos,
de niños solos, lugares y muertes.
No
preguntaron.
Así
vinieron,
nadie los llamó.
Un día llegaron a morir en los muros de la ciudad
sitiada,
de la que sólo vieron sus orillas.
No
preguntaron.
¡Tan
delicadamente!
Qué aristocracia popular,
qué señores de la sangre y qué ilustre morir
cuya herida
explicaba el secreto de la pólvora.
No
preguntaron.
Ellos,
los hombres de la primera columna voluntaria,
no preguntaron ¿cómo va el museo?
¿dónde están las mujeres y las coplas?
¿cómo se come aquí? ¿dónde está la taberna?
¿cómo se va a la catedral? ¿dónde está el cementerio?
ni cualquier otra cosa que pregunta un viajero
que conoce la sed, el hambre, el mundo.
No
preguntaron.
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