martes, 7 de noviembre de 2023

LUIS MALLARINO

 

  

 

Un poco de sombra y un beso

 



Ayer descubrí que mi vecino

es vendedor de aguacates.

 

Lo vi salir al amanecer

con su disfraz de árbol encantado

y no pude ocultar el asombro:

la palangana enorme

sobre la cabeza florecida,

el tronco firme,

las sandalias vueltas raíces.

 

Nunca antes había visto

a un vendedor de aguacates

salir de una casa

—de su propia casa—.

He vivido,

no sé cuántos meses, a su lado.

 

De tanto verlos calle arriba

creí que vivían, plantación adentro,

junto al árbol que los vio nacer,

y que dormían entre los frutos caídos

como otro fruto caído.

 

Ahora sé que están entre nosotros

ocultos, como agentes secretos

de un estado fallido.

 

Antes de partir

deja caer sobre su pequeña

un poco de sombra y un beso;

ella agita su mano hasta que él

es solo un ramaje difuso

al borde del camino.

 

Una corriente de aire

lo estremece a lo lejos,

lo tambalea, y

yo me pregunto,

cuántos aguacates habrá que vender

para tener derecho al paraíso.

 

En ese momento

ella me descubre y sonríe

—le calculo un año y medio o dos

sobre el mundo—.

Su padre se ha ido,

y ella ríe.

 

Quizá piensa en lo ridículo que me veo

sin palangana y sin raíces.

 

 

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