te
he de decir que me extingo. que alzo la mano desde el asiento trasero para que
no pase sin mí la próxima estación. que la sal me pica por las noches y me hago
una piedra verde, brillando sobre la almohada como sobre el árbol duerme el
reptil. que se me ha ido olvidando el llanto, su ladrido desesperado dejando
escaleras por mi garganta. que me crecen gritos como pequeñas arañas de patas
neuróticas, pero mi boca, cosida-cruzada-cerrada, no los deja salir. que
desayuno rutinas y me invento relojes de arena por los cuales me dejo caer como marioneta
descalza. que colecciono espejos quebrados para verme rota, mujer rota, mujeres
rotas como las de Simone. que duermo con las ventanas cerradas, la sábana en
alto y el olor de algún libro que nunca acabé de leer. te he de decir que me
voy poniendo triste. me extingo, me extingo. pero he perdido las ganas, la
destreza, para poderme doler.
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