Tengo
Tengo...
Veamos
qué tengo.
Tengo
mi ausencia, inmensa,
eterna,
inagotable, profunda.
Desciendo
de mi propia ausencia,
soy
hijo de lo que no fui.
Llevo
en mis ojos
algo
del vacío que me antecede.
Apacible,
dueña de sí,
mi
ausencia me colma.
Tengo
mi silencio,
sin
acentos,
mar
en calma.
Mi
silencio es anterior a mi voz,
y
todo es más pequeño que mi ausencia.
Y
este silencio mío, tan mío,
sobrevivirá
a mi propia muerte.
Entonces,
en la indolencia de una tarde
y
desde el inocente oscilar de un columpio,
un
niño con mi nombre y con mi sangre
habrá
olvidado mi existencia.
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