miércoles, 2 de abril de 2025

JAVIER LORENZO CANDEL

 

 

 

Diciembre

 


Camino hacia tu piel para observar de cerca el esplendor,

los signos y los pliegues de la carne,

el color que han marcado todas tus resistencias.

Y camino despacio para reconocerme, para hacerme,

en aquel que se acerca, tan solo tu aliado.

 

Tú recibes mi herida, mi tiempo protegido

y el que no lo fue tanto, recibes la consciencia

del hombre atribulado, del ser humano solo

que apostó por callar para que no supieran

la razón del dolor y el abandono. Y la recibes, dulce,

con todas las sonrisas que has sabido mostrarme.

 

Ya no quedan fantasmas, ya el origen de todo en nuestra huida,

y hay un renacimiento entre tus labios y estos que son mis labios,

sin palabras a penas, mordidos de placer, amansados de amor,

acercados los unos a los otros para, así, celebrarse.

 

El lenguaje que soy, el de la intensidad cuando digo tu nombre,

cuando sencillamente te digo que te quiero,

no es lanza ni fusil, ni tropa que resiste en la trinchera,

es libertad y es vuelo, es razón y es verdad para contarte.

 

Tú me observas de cerca, abres tus ojos para mirar los míos,

adviertes este tiempo que es vértigo y temor,

porque el comienzo de cualquier cosa es

de vértigo y temor, sencillamente. Pero no hay gravedad

que salte por encima del abrazo primero, o del primer temblor,

para apagarlos.

 

Camino hacia tu piel donde observar de cerca tu estallido;

tú me esperas allí en el lugar en que todo se asombra.

Y revienta de júbilo diciembre.

 

 

 

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