domingo, 10 de agosto de 2025

JUAN PABLO ROA

 

  

 

A lado y lado del arcén, como esparcidos,

los deseos en el paisaje

cambiante del automóvil que viaja,

–pero el paisaje de adentro cambia aun más todavía–

se lanzan, como desde una alta torre,

promesas «de un día volveré».

 

Pasan como rasguños por el aire en movimiento

desde un automóvil que no registra la conciencia

pero cuyo viaje aún perdura en ella.

 

Acolchada la conciencia con la promesa

de «mañana será,

volveré por los esparcidos,

y de seguro hablarán entonces también,

de mí, de mi paisaje»,

 

como si el viaje de regreso fuera un viaje aparte.

 

(como detritos de un crucifijo salvado por las olas)

 

De: Cuaderno del Sur

 

 

 

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