Que empiece a hablar el fuego
Dejemos
que la luz se meta y acose hasta develar los secretos guardados. Es lo que hace
falta.
Están allí estorbando desde la vez que los aceptamos como aliados.
Sólo después volveremos a pisar la tierra con los pies descalzos y
descifraremos el mensaje.
Que empiece a hablar el fuego y escoja lo que crea conveniente. Que no dude en
borrar.
Tal vez después bebamos a plenitud las aguas claras y bañemos en ellas nuestros
cuerpos sin miedo al torrente.
Y que el viento se lo lleve todo y no nos diga el nombre de la otra ciudad.
Así no nos asaltará la tentación de repetirnos.
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