Simultaneidades
inconexas
I
Tengo
la reiterada impresión
de que día con día
hacia atrás navega el tiempo.
Lenta a veces, veloz otras,
se va metiendo por los vericuetos
de cuanta cosa existe
incluido cada resquicio
de mi ser atribulado.
II
Los
espejos, que sin duda
tienen su propio ámbito,
no registran el proceso
aunque sí me reflejen,
lo cual es peor.
Por eso sé que sería
del todo inútil su abolición.
III
La
escritura, en cambio,
solidaria a su manera,
comprende al menos
cómo cada instante envejezco.
Sabe que con cada palabra
que plasmo en este poema
–inevitablemente provisional–
se me fortalece la respiración:
ésta que me mantiene vivo
un tramo más, al menos uno.
IV
Cada
instante
que transcurre furtivo
procurando evadir
dentro o fuera de la escritura
el paso ominoso del tiempo
sabe,
contundente,
que una vez más
en las tinieblas de la noche
y en seguida cada día que empieza
para casi enseguida desaparecer,
empiezo a morir.
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