Oficios del otoño
Amo
mi oficio crepuscular
de
encender almas
y
verlas extinguirse
Carlos
Roberto Gómez
Sucede
algunas veces que el espejo no miente,
que
las arrugas recuerdan octubre;
cuando
caen los pliegues como las hojas
y
las tormentas son silencios húmedos de presagios.
El
Patriarca también llegó a su Otoño,
una
bruja lo asiló en su vejez,
previo
a la muerte encadenada de otro héroe;
quizás
Buendía, Ojeda, Albizu,
o,
tal vez, uno anónimo y pobre.
Todos
podemos ser como no ser,
pretender
que nunca fuimos:
un
él aspirando a ser presidente: aspiró y expiró;
una
ella tan solo deseó ser libre: desnudarse y poseerse;
finalmente
se pretende lo que se puede.
Sucede
que mis dedos resbalan arrugas al final de las pisadas,
y
recuerdan el suicidio,
así
como los daños colaterales
del
amor, de la locura y la muerte
pues
mi oficio consiste en “encender almas y verlas extinguirse”.
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