martes, 24 de diciembre de 2019

ANA MARÍA FUSTER





Oficios del otoño

Amo mi oficio crepuscular
de encender almas
y verlas extinguirse
Carlos Roberto Gómez



Sucede algunas veces que el espejo no miente,
que las arrugas recuerdan octubre;
cuando caen los pliegues como las hojas
y las tormentas son silencios húmedos de presagios.

El Patriarca también llegó a su Otoño,
una bruja lo asiló en su vejez,
previo a la muerte encadenada de otro héroe;
quizás Buendía, Ojeda, Albizu,
o, tal vez, uno anónimo y pobre.

Todos podemos ser como no ser,
pretender que nunca fuimos:
un él aspirando a ser presidente: aspiró y expiró;
una ella tan solo deseó ser libre: desnudarse y poseerse;
finalmente se pretende lo que se puede.

Sucede que mis dedos resbalan arrugas al final de las pisadas,
y recuerdan el suicidio,
así como los daños colaterales
del amor, de la locura y la muerte
pues mi oficio consiste en “encender almas y verlas extinguirse”.





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