viernes, 4 de septiembre de 2020

PEDRO LUIS MENÉNDEZ




VI



Enhiesta trinidad/ fiera mordaza/
venían de las zarzas los infantes desnudos/
acudían sin sombra de rencor/
eran tiernos/
La voz de la blasfemia les rozaba la nuca
temblorosa/
eran tiernos/
Al compás prodigioso de la esencia mudable
se asombraban de un alba del estío y/
a un paso/
de la noche de nieve/
pero aún se arropaban muellemente en las hondas
ensenadas del sueño/
muellemente en las ondas/
sin gritar el espasmo de la boca que arde/
luna a luna/
en silencio/
Por su fe de agonías enormes y distantes
eran reconocidos en los puertos lejanos/
La voz de la avaricia les rozaba los ojos
con un duelo de nácar
por el brillo perdido/
¡eh, grom!
en la espalda de la tierra del frío/
¡eh, grom! sobre el hombro
con un fardo y un mundo de destello azules/
¡eh, grom! eran tiernos
y acudían sin sombra los infantes ardidos/
por su fe/
desde el fuego de la mar y del viento
al compás prodigioso de la esencia constante/
de la esencia constante/


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