viernes, 23 de julio de 2021

AGUSTÍN AGUILAR TAGLE

 

 

 

El pensamiento complejo de una alcachofa

 


Los elefantes y las libélulas

respiran el mismo aire

–dice con donaire María

la de los tres mares.

 

Vuelan los elefantes sin que se note,

a ras del suelo (levitan), esperan que brote

la flor del cacahuate

del que habló alguna vez su abuelo,

el mamut,

antes de hacer su debut

como galleta de chocolate.

 

Y no falta, digo yo, el rinoceronte

con delirios de colibrí.

Por eso ya entendí aquello de pensar

que el acantilado siempre ha de soñar

que es vivo reflejo de un monte.

 

Tú y yo somos uno mismo, dijo Timbiriche,

que fue decir desde el abismo

lo que la Morsa cantó mejor

(tan claro como el sefardí

que locos ahora nos trae

a María y a mí).

 

Porque el pensamiento de una alcachofa

no es la estrofa de un soneto,

sino el libreto de puertas abiertas

que dan al mar tres veces aeropuerto.

 

 

 

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