Escrito
en una pared en el camino a Boshan
En
mi juventud no sabía nada del sabor de la tristeza.
Me gustaba subir a torres altas…
Me gustaba subir a torres altas
y evocar un poco de tristeza para componer nuevos versos.
Ahora conozco demasiado bien el sabor de la tristeza.
Empiezo a hablar, pero me detengo…
Empiezo a hablar, pero me detengo,
y digo en cambio: «Vaya, qué otoño tan fresco y tan dulce».
Versión
de Jorge Ávalos
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