Estado
de alarma
Reconozco
el aire de la infancia en la cornisa
donde
se posaban los pájaros que alimentó la abuela.
Ahora
son tierra de miseria
costra
sombría
formas
torturadas
oscuridad
y silencio.
Las
puertas se cierran una detrás de otra como bóvedas
y
nadie puede abrirlas con sus manos.
Yo
intento abrirlas con mis letras.
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