(paréntesis)
Pensé
en el juguetero lleno de polvo
que nunca me dio nada
(ni una sonrisa
queriéndome arreglar la cara).
Pensé en el pan,
en la taza,
en el humo que de su calor
se desprendía,
y en la cuenta
tras la cuenta de los días
junto a ella.
Pensé
en los vestidos,
en los chalecos que cosía
entre los gestos
que protegieron su añoranza,
sobre la silla que albergó
sus entrañas miserables e infinitas.
Pensé
en el día de su muerte,
en cómo dijo
sin mover un dedo......... (un adiós)
en cómo dijo aquellos labios
que esbozaron, presurosos,
el asco de la vida
que vio derramarse a nuestro lado
con la belleza
de aquel vaso que se aguarda
y escapa a nuestro tacto
un día de sed
y de rupturas.
Pensé
en el juguetero lleno de polvo
que nunca me dio nada
(ni una sonrisa
queriéndome arreglar la cara).
Pensé en el pan,
en la taza,
en el humo que de su calor
se desprendía,
y en la cuenta
tras la cuenta de los días
junto a ella.
Pensé
en los vestidos,
en los chalecos que cosía
entre los gestos
que protegieron su añoranza,
sobre la silla que albergó
sus entrañas miserables e infinitas.
Pensé
en el día de su muerte,
en cómo dijo
sin mover un dedo......... (un adiós)
en cómo dijo aquellos labios
que esbozaron, presurosos,
el asco de la vida
que vio derramarse a nuestro lado
con la belleza
de aquel vaso que se aguarda
y escapa a nuestro tacto
un día de sed
y de rupturas.
Del libro: En aras del silencio
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