Inútil
divagación sobre el retorno
Más
adoradas cuanto más nos hieren
van
rodando las horas,
van
rodando las horas porque quieren.
Yo
vivo de lo poco que aún me queda de usted,
su
perfume, su acento,
una
lágrima suya que mitigó mi sed.
El
oro del presente cambié por el de ayer
la
espuma… el humo… el viento...
Angustia
de las cosas que son para no ser.
Vivo
de una sonrisa que usted no supo cuándo
me
donó: Vivo de su presencia
que
ya se va borrando.
Ahora
tiendo los brazos al invisible azar;
ahora
buscan mis ojos con áspera vehemencia
un
prófugo contorno que nunca he de alcanzar.
Su
perfume, su acento,
una
lágrima suya que mitigó mi sed.
¡Oh,
si el humo fincara, si retornara el viento,
si
usted, una vez más, volviera a ser usted!
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