Súplica
final a la virgen del Alma Arrepentida
Vuelvo
a la selva del dolor nativo
y arrodillado ante mi sangre, muerto,
siento volar la arena en el desierto
del corazón efímero y cautivo.
y arrodillado ante mi sangre, muerto,
siento volar la arena en el desierto
del corazón efímero y cautivo.
Sólo
en la angustia permanezco y vivo
sintiendo entre mi carne un bosque abierto
donde queda el redrojo al descubierto
con el paso del tiempo fugitivo.
sintiendo entre mi carne un bosque abierto
donde queda el redrojo al descubierto
con el paso del tiempo fugitivo.
De
vivir descansando en la agonía
tengo rota la sangre y sin latido,
la soledad desenclavada y yerma,
tengo rota la sangre y sin latido,
la soledad desenclavada y yerma,
¡ciega
el cristal de la memoria mía
y acuna en tu regazo al tiempo herido
para que duerma, al fin, para que duerma!
y acuna en tu regazo al tiempo herido
para que duerma, al fin, para que duerma!
De “Retablo de navidad”
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