viernes, 27 de diciembre de 2013

JUAN MANUEL ROCA




Alexander Platz y otras vetustas melancolías


Aún hay un muro invisible,
Heridas en el aire,
Esquirlas de una feroz melancolía.
Cruzamos un parque. El viento nocturno
Mece un columpio
Donde Nadie se balancea.
El balanceo de un columpio vacío
Puede ser la evocación del niño que fuimos
Visitado a deshoras.
Tres bellas muchachas berlinesas,
Gretel, Else, Nelly,
Se sientan en un banco a la espera del tren
Y ríen tras grandes botellas de cerveza.
A Alexander Platz,
Desangelada planicie, fría como bayoneta,
Se desemboca desde la mesa de Döblin
Y su retícula secreta.
Vamos de Alexander Platz al silencio,
De los rieles de la Estación del Zoo
A un café del pasado. Evocamos,
Dos viejos amigos que hace 20 años no se ven,
La ciudad de piedra esmeril
Que se acurruca en una meseta de los Andes.
Para entonces, ruidosos y feroces,
Hablábamos y discutíamos hasta las cenizas de la noche.
Éramos un grupo de impacientes
Que pensaba posible lo imposible
Hasta convertir en brasas la palabra
Mientras el cielo de Bogotá preparaba
Con sigilo de gato la alborada.
Ir por Alexander Platz
Y a la vez recordar una ciudad
Que devoró todas las noches nuestros pasos,
Es como cambiar de página o de libro,
De calendario o ventana. Arriba,
El cielo de Berlín parece condecorado de estrellas
Como las migas de país natal que llevo,
Sin saberlo, en los bolsillos del abrigo.

A Jorge Ávila, en Berlín,
tras 20 años del último encuentro.
Septiembre 10 de 2007.



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