Kavafiana
El
deseo aparece de repente,
en
cualquier parte, a propósito de nada.
En
la cocina, caminando por la calle.
Basta
una mirada, un ademán, un roce.
Pero
dos cuerpos
tienen
también su amanecer y su ocaso,
su
rutina de amor y de sueños,
de
gestos sabidos hasta el cansancio.
Se
dispersan las risas, se deforman.
Hay
cenizas en las bocas
y
el íntimo desdén.
Dos
cuerpos tienen su vida
y
su muerte el uno frente al otro.
Basta
el silencio.
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