Los
dólares de Judas
Ya
he devuelto
los
denarios robados,
el
dólar que me disteis
por
la cruz
de
su cuerpo.
Dadme
ahora la soga
¡Oh!
Caifás agringado,
os
colgaré mi muerte
como
trofeo eterno.
Mi
Patria era una madre
de
senos opulentos,
con
hijos que poblaban
de
racimos sus huesos,
florecía
en su sangre
un
culantrillo inmenso,
su
vientre era granero
para
el maíz combado.
Y
día vino el gringo
de
nariz afilada,
tendiéndonos
la mano
como
paloma amiga,
pero
sus dedos fueron
pezuñas
afiebradas,
que
trillaron la arena
de
la carne sahumada.
Después
nuestras mujeres
quemaron
sus vergüenzas
y
sus hijos prendieron
como
mechas sus cuerpos,
la
sangre coagulada
resbaló
en el madero
perfilando
una muesca
de
Cristo mutilado.
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