jueves, 24 de septiembre de 2015

SALVADOR NOVO




Gracias, Señor



Gracias, Señor, porque me diste un año
En que abrí a tu luz mis ojos ciegos;
Gracias porque la fragua de tus fuegos
Templó en acero el corazón de estaño.

Gracias por la ventura y por el daño,
Por la espina y la flor; porque tus ruegos
Redujeron mis pasos andariegos
A la dulce quietud de tu rebaño.

Porque en mí floreció tu primavera;
Porque tu otoño maduró mi espiga,
Que el invierno guarece y atempera.

Y porque, entre tus dones, me bendiga
-Compendio de tu amor- la duradera
Felicidad de una sonrisa amiga.


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